El papel que libera los miedos

Hoy siento como si el mundo se moviera mientras estoy en pausa contemplando el presente, mi entorno, la energía, lo intangible. Paseaba por uno de mis barrios favoritos de la ciudad, Gracia. Este rinconcito en el que no importa cuantas veces venga, me pierdo igual. Buscaba un buen specialty coffee, desde que disfruto del café sin sentir acidez en la pancita, ahora busco café de calidad no de los baratos que te hacen sentir que has tirado 1.40€ a la basura. Encontré este lugar que tiene todo lo que me gusta, grano de café recién molido, saben espumar la leche ¡sin quemarla!, hay ventanas grandes y uno que otro solitario disfrutando de un buen libro, ¡ay no! los turistas ruidosos e irrespetuosos no son mi parte favorita de este sitio, regresemos a lo bueno.

Siento la energía de todo y todos a mi alrededor, siento, siento cosas, siento el aroma del hombre a mi lado, siento la sonrisa del barista detrás de la mascarilla, siento la tensión sexual de la pareja en mesa de enfrente, la camarera tiene una energía densa, una mirada oscura, una voz quebrantada. ¿Seré tan sensible para poder observar y sentir todo esto? Sí, me pasa todo el tiempo, desde hace mucho, pero hasta ahora lo voy aprendiendo a gestionar. Esto de ser hipersensible es como un super poder cuando comprendes para que existe y una maldición cuando no tienes idea de que hacer con él y todo te afecta, pero para eso estoy aquí hoy, para dejar salir en palabras aquello que no comprendo en sensaciones.

(Si quieres saber como es ser una persona altamente sensible clicka aquí, te sorprenderá saber que tú también puedes una de ellas.)

La vida ha cambiado desde la ultima vez que me atreví a contarla, a publicarla más bien, por que la he escrito un sinfín de veces pero la ultima historia de como comenzó mi viaje, abrió una puerta que creí que ya había dejado cerrada. Creí que ya había superado aquel duro momento en el que volví a nacer en otro continente, me aventuré a resentirla, a expresarla y naturalmente la herida se volvió a sentir. Leerla es una cosa pero plasmar en palabras lo que hace no muchos años viví, fue duro otra vez. Gestionarlo todo sola no es fácil y menos huyendo de una sombra que dolió tanto, de un pasado que aun pesa. ¡Espera! ¿Cómo que no has leído esta entrada? Aquí la tienes: Siempre Londres...

La escritura tiene ese poder para volver a tocarlo y sentirlo todo como si estuvieras ahí de nuevo. Creo que es por eso que expertos la recomiendan como terapia catártica, se libera tanto escribiendo, para mi es ese lugar que sabes que siempre está donde quiera que vayas, esa compañía que te abraza en silencio y sin juicio. Solo necesitas un momento para ti, para dejar ir, para vaciarte de la mierda que no te explicas, del dolor que no sabes gestionar, de la angustia que vive en tu imaginación, pero también para crear historias nuevas, para decir por escrito lo que no te permite expresar la voz. El papel que libera los miedos, la pluma que acompaña los sueños. Da igual como lo escribas, las estrofas sin sentido, las comas ausentes o las tildes invisibles, mi ejercicio de escritura es emocional, no intento publicar un libro, si no liberar lo que pesa y acomodar el caos interno.

Escribir en lugares bonitos es lo que más disfruto, no en todos los lugares fluyo igual, aunque una vez que empiezo es como entrar a una habitación en blanco donde no existe ni el espacio ni el tiempo, ni el orden ni el caos, ni lo bueno ni malo. Se apagan los sonidos, se olvida la incomodidad del asiento, y hasta ignoro que tengo que trabajar, ¡joder! !Trabajar, hoy es miércoles es verdad!, los colores regresan, escucho a la mesa de a lado reír y a mi jefa llenándome la pantalla de notas de voz. No me quiero ir, quiero quedarme escribiendo unas horitas más, ¡ay! que tengo dos clases, ¡mierda! es una hora de camino a pie, ¡tengo el tiempo encima para llegar.!

Nos volveremos a encontrar, quizá esta noche después de yoga, lo prometo. ¡Hasta pronto querida escritura!

Angola G.