Crisis de una vida plena
- Angola
- 20 jul
- 3 Min. de lectura
¿Qué debería hacer, a qué debería estar dedicando mi tiempo, mi energía, mi dinero, qué se supone que debería estar haciendo? ¿Empezar un negocio (otra vez) o invertir en stocks? No, ya sé, me voy a vivir a Asia y me gasto mis ahorros, eso no es gastar, es invertir en vivir, lo dicen todos mis amigos.
Pero una cosa, mi ginecólogo dice que estoy en la mejor edad reproductiva, tener a mi hijo ya, y el negocio luego, y me lo llevo a Bali de viaje.
Estas son las conversaciones conmigo misma en las últimas semanas. Lo he pensado desde la adolescencia, pero hasta ahora que la vida se ha sentido en serio, lo compruebo. El paso de los años se pone cada vez mejor. Yo, que siempre quise ser grande, lo supe. Sabía que la madurez de los años traería toneladas de triunfos. Yo nací para ser grande y ahora que lo soy, siento como si jamás antes hubiese tenido una vida más guay. Siento como si estuviera viviendo la mejor etapa, con la madurez suficiente para asumir responsabilidades, tomar decisiones y acceder a una vida llena de posibilidades. Pero también es un momento clave para encarar el futuro de lo que se acerca, con mucha más capacidad para sostener abundancia, relaciones y retos a la altura de lo que soy.
Hace un mes, estaba de excursión por el Monasterio de Montserrat y mi querido Cisco, un señor de 75 años, médico, divorciado, 6 hijos, catalán, se reía de la seriedad con la que veo la vida. "Eres una señora chiquita, me dicia. Yo hasta mis 75 años me planteo las preguntas que tú te haces ahora, Angola. No sé quién está mal, yo por haber llegado tan tarde a la consciencia de la vida, y quizás si me hubiese hecho todas esas preguntas a tu edad, no me hubiese divorciado, o tenido 6 hijos, quizás tampoco hubiese elegido la medicina como camino de vida. O quizás el error es tuyo, por tomarte todo tan en serio, con tan pocos años de vida. Los 30 son buenos años", decía, "pero si todo sale bien, tendrás otros 50 años más para cambiar de plan y hacerte nuevas preguntas. Si me dejas darte un consejo de persona mayor: No corras, Angola, respira".
El sabio Cisco me dejó muda. No puedes debatirle a un árbol maduro con 75 años en la tierra lo que tú, siendo plantita de riego medio, has vivido dentro de un invernadero. Mi crisis de los 30 y pocos llegó de igual manera, y por más que intento interiorizar las palabras finales de Cisco, solo escucho a mi Angola de 40 años hablar en mi cabeza, preguntándome: ¿Qué sigue ahora?
La señora de 40, Cisco de 75 y Angola de hoy no han encontrado la respuesta correcta. Lo único correcto hoy ha sido sentarme a escribir de nuevo con Berlioz en los oídos y un futuro maduro brillante esperando ser descubierto. ¡Qué ganas, qué ilusión más grande, entrar a esta nueva faceta que pronto me será desvelada por el universo! Mi siguiente entrada de blog (espero) será compartiendo algo de los cambios que están por ocurrir. No sé si lo escribiré desde la sala de parto, una isla perdida en Filipinas, o de vuelta en este café.
Deja fluir, deja llegar, Angola.
=)

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