Un viaje a lo desconocido fue lo que transformó el rumbo de mi vida, aunque ya me la pasaba viajando en mi imaginación desde que era pequeña, si alguien a los 16 años me hubiera contado esta historia, nunca la hubiese creÃdo.
Recuerdo ese momento de total desconexión, mi vida era una página en blanco, habÃa renunciado al trabajo horrible que me permitÃa comprar ropa en Zara y decir a los conocidos "tengo un trabajo", mientras lo odiaba con todo mi ser y me hacÃa sentir que la vida era triste y aburrida cada dÃa al despertar. También tenÃa una pareja que alimentaba la oscuridad y vacÃos existenciales. VivÃa en casa de mis padres entre reglas, reclamos y alguna que otra cosa más, que por cierto tampoco soportaba, —¿Qué estás haciendo de tu vida?, ¿Otra vez sin llegar a casa?, ¡Deja ya de perder el tiempo!, ¡Estamos hartos de tu actitud y de tu cinismo!—.
Cada dÃa era la mismo discurso, el mismo agobio y decepción hacÃa mi misma. Mi actitud grosera y altanera era todo lo que recibÃan mis padres que ya no sabÃan que hacer conmigo. Me alejé del arte, la danza y los buenos amigos, me dediqué a alimentar los vicios y las adicciones que bien decÃa mamá "nunca dejan nada bueno". Atravesaba por el término de mi relación que en ese momento se sentÃa el final de una vida "acompañada y protegida" también. No tenÃa, trabajo, tampoco la pareja que pensé que amaba tanto, la relación con mi familia se habÃa estropeado años atrás y los únicos 3 amigos cercanos que quedaban solo recibÃan la indiferencia de un alma perdida.
Mi mejor amiga que recién se habÃa mudado a Nueva York me llamaba para contarme sus primeros miedos y frustraciones al llegar a "la gran ciudad". Dentro de mi cama y hundida en depresión, solo esperaba el momento de su llamada, para imaginarme la vida en otro paÃs. Escuchar sus historias eran lo único interesante en mi vida.
Se me habÃan ido las ganas de comer, de salir y de vivir, absolutamente nada encendÃa mi presente y mucho menos mi motivación, nada por que luchar y nada por lo cual sentirme agradecida. El sentimiento de decepción hacÃa mi persona se habÃa extendido hacÃa todos los que me rodeaban, sentÃa profunda lástima por mi, ¿Cómo es posible que alguien pierda el rumbo de su vida al grado de lo impensable? Esa ha sido la peor sensación de todas al verme al espejo. Sin afán de hacer esto un drama de telenovela, intento describir de la forma más adornada posible, lo que ese oscuro momento significó para mi.
Todo esto duró unos meses (los peores de toda mi vida en realidad), un dÃa harta de todo, aburrida de la vida y sin ganas de volver a despertar, sentada en mi habitación en ruinas perfectamente decorada en rojo, azul y blanco, donde habÃa pasado toda mi infancia coleccionando banderas de Inglaterra e imágenes de Londres en cojines, cortinas, mantas, cajas, lámparas, y todo tipo de souvenirs de la capital británica, pensaba con rabia y agobio ¿Qué hago Dios, vida, mundo, universo?, quién sea que exista y escuche, ¿Qué putos hago? ¿a dónde voy? no quiero terminar asÃ, pero ya no sé como seguir. ¿Dónde se encuentra el camino? Si existe un camino, ¿Cuál es el mÃo?.
La respuesta siempre estuvo ahÃ, en mis años de la infancia durmiendo con la pelÃcula de Harry Potter debajo de la almohada, sÃ, fui una de las millones de niñas traumadas con la saga de J.K Rowling en el 2000. La cantidad de cartas que escribÃa imaginando mi vida en el Big Ben, que por alguna razón, a mis 8 años creÃa que ese monumento era lo único que habÃa en Londres.
Todo parece una historia cursi que me estoy inventando, quizás, pero juro que solo yo sé lo que sucedió una mañana de hartazgo en mi habitación. Miré la colección infinita de cosas a mi alrededor y dije —¡Londres!, siempre he querido vivir en Londres, siempre—. Me volvió la sangre al corazón solo de imaginar la loca e irreal idea de que mi sueño de toda la vida pudiera hacerse real. No vengo de una familia viajera, aventurera o arriesgada en lo absoluto, más bien monótona y trabajadora, asà que para mi, esto si era una locura.
Abrà internet y busqué todo tipo de información, blogs, páginas, grupos en Facebook y testimonios en YouTube y asà tres semanas sin parar.
Mis padres no tenÃan idea de lo que se estaba cocinando dentro de la habitación más oscura y caótica de casa. Esta vez habÃa un motivo, uno solo, que me hacÃa levantarme de la cama en las mañanas. Comencé a ducharme, a comer y hasta ¡volvà a abrir las cortinas!, ni mi habitación ni mi vida habÃan visto la luz por meses. No tenÃa la menor idea de lo que estaba haciendo, no es que alguien de repente se despierte y sepa como irse al otro del mundo sin ahorros, pasaporte o una maleta decente, pero ahà estaba yo, buscando respuestas en internet, emocionada como si supiera que estaba haciendo lo correcto.
Ya tenÃa algún esbozo de lo que podrÃa hacer, solo faltaba el <CÓMO>. Otra semana buscando respuestas tipo: "Cómo conseguir un vuelo a Londres sin dinero" o "Cómo viajar a Europa sin pasaporte", "Qué hacer con mi vida sin tener idea por donde empezar", con la respuesta obvia del buscador: "No encontrado".
Pasaron dÃas en los que yo seguÃa perfeccionando "el gran plan" en mi cabeza, ya tenÃa donde llegar y algo que hacer, un perfecto plan que si lo hubiera pensado ahora, serÃa el paso ideal para caer en una red de trata de personas o tráfico de órganos, pero en ese momento a mi me sonaba ¡un planazo!. Recibà una llamada que me desconectó de mi imaginación y mi plan de huida, era el departamento de contabilidad de la empresa donde trabajaba—Hola, solo te llamo para decirte que tu finiquito está listo, puedes pasar a recogerlo cuando quieras—¿Finiquito¿ ¿Qué es finiquito? ¿Tengo finiquito?.
Mágicamente (literalmente era lo único que necesitaba) el dinero llegó a mi, cuando lo tuve en la cuenta de banco, no dudé ni un solo momento en hacer lo que el corazón alborotado me decÃa. <Ciudad de México- Cancún, Cancún - Gatwick Londres, 14 horas de vuelo en total> ¡Comprado!.
Con alegrÃa desbordada corrà a donde estaba mi familia—Mamá, papá, hermano, necesito decirles algo..— La conversación no duró más de 3 minutos cuando papá enfadado e incrédulo expresó —¡Ya vas a empezar, estás loca, estás completamente loca!—y a lo que mamá contestó, —¡Ay cómo crees! jaja ahora si ya vas a conocer a Harry Potter ¿no?—
Les mostré la comprobación de compra del vuelo y mi cara que estallaba de felicidad y entonces si, supieron que todo iba enserio —¿En dos semanas, te vas en dos semanas? ¡estás loca!— Papá no podÃa del impacto y se quedó mudo, mamá no paró de llorar y mi hermano, bueno, el tenÃa una carrera virtual entre Ferrari y Aston Martin mucho más importante que atender. Todos lloramos a diario hasta el dÃa del vuelo.
Durante aquellas dos semanas me dolieron los lagrimales de tanto llorar. El miedo me despertaba en la madrugada y solo pensaba: pero ¿Qué mierda voy a hacer yo sola?, seguro me van a prostituir, a matar, y si ¿me vomito en el avión?, y si ¿me pierdo en Londres? y si ¿me siento triste? ¿Qué tal que pasa algo y no está papi para resolverlo?, temores de niñita consentida ¡vaya!, una niña que jugaba a ser una mujer que nunca habÃa dejado el nido de verdad y que solo jugaba a ser fuerte e independiente con papi o sus novios solucionándole la vida y mamá siempre haciéndola dudar. Esa niña codependiente y ansiosa estaba a punto de conocer el mundo real.
Los 13 dÃas antes del vuelo lloré sin siquiera sentir, me despedÃa de mi colección de cosas que guardaban todo el apego de lo que nunca supe como soltar, mi apellido era "Apego" desde hacÃa 22 años atrás. Dije adiós literalmente a todo lo que guardaba, cajas y cajas de ropa, zapatos, cartas, fotos, recuerdos y simbolismos.
Entre el miedo a lo desconocido y la tristeza por el desapego, sentÃa que podÃa llenar una piscina entera con solo mis lágrimas, ¡no tenÃa idea de que era capaz de producir tanta agua con mis ojos!. El dÃa que compré ese vuelo, nunca pasó por mi mente todo lo que perderÃa, tan solo estaba dejando ir ¡MI VIDA ENTERA!.
Cinco dÃas antes del vuelo, ¡me dolÃa hasta respirar!, fue la primera vez que la palabra <ADIÓS> me hizo temblar de miedo. Un adiós que dolÃa en el fondo por que sabÃa que era una despedida definitiva, sabÃa que no iba a volver, que nunca volverÃa a ser la misma, que ya no verÃa a mis amigos del alma, que tampoco volverÃa a escuchar a mis papás gritándome ¡Ya ven a comer!, ni volverÃa a molestar a mi hermano con mi sarcasmo. El solo hecho de pensarlo dolÃa hasta en la imaginación.
En una reunión pequeña con recortes mal pegados de la bandera británica en forma de corazón, mi pastel favorito, y el lugar donde aprendà a caminar, despedà a mi familia con un discurso que apenas logro recordar ahora, el dolor de ese momento lo nublo todo.
Entre lágrimas, mocos, risas y bromas, abracé a mis sobrinos bebés, a mis tÃos y a mis papás.—Los llevo en el corazón para siempre, gracias por todo— y me eché a llorar por enésima vez.
Ese mismo dÃa en la noche, 12 horas antes de mi vuelo, mamá decidió cerrar un ciclo de la manera menos pensada y que por años anhelé. Entró a mi habitación para encontrarme en pedazos, para contemplar por última vez la escena de una hija a la que le hizo falta decirle muchas cosas, 22 años de silencio los resumió en palabras que nunca olvidaré:
—Te libero, te libero de mi, te libero de la carga, del vacÃo, del desamor y de los miedos, deseo que vueles libre, que encuentres lo que necesitas, que te encuentres a ti, deseo que un dÃa me perdones y te perdones a ti también, quizá me falto decÃrtelo más a menudo, quizá la última vez que te lo dije aún no caminabas y ya no te acuerdas, ¡TE AMO HIJA!—
Fue la noche que mejor dormà en dos semanas, camino al aeropuerto ya no lloré, solo imaginaba como serÃa llegar, que habrÃa cambiado desde la última vez que fui a Inglaterra 7 años atrás.
Abracé a papi tan fuerte como si supiera que siempre seguirÃa conmigo, somos almas gemelas desde que nacÃ, somos tan parecidos fÃsica, emocional y energéticamente que nos entendemos con solo mirarnos, vi sus ojos apagados, adoloridos, cansados de tanto llorar, sabÃa el dolor tan inmenso que al irme le estaba dejando, su hijita del alma como me ha dicho siempre, se iba de su lado. Su luz, su alegrÃa y su adoración, lo que tanto cuidó y protegió, volaba con destino hacÃa si misma, a encontrarse. Se limpió las lágrimas y sacó la fuerza y templanza que siempre lo han caracterizado —Te amo hijita de mi vida, eres una guerrera, que no se te olvide nunca "y si para hacer lo que quieres tienes que romper las reglas, ¡dalo por hecho!"—
Besé a mi hermanito que en ese entonces aún tenÃa la misma estatura que yo, con la voz ronca y los ojos nublados me despidió con un —Te quiero Andy—
14 horas más tarde con los miedos a flor de piel y sin tener idea de lo que estarÃa por vivir los años siguientes escuché:—Ladies and gentlemen, we are arriving at London Gatwick airport—, miré por la ventana con el corazón emocionado, le agradecà al cielo y comencé a llorar en cuanto sentà que aterrizaba el avión.
Recogà las maletas, corrà hacÃa la primer puerta que vi...como en las pelÃculas de Harry Potter, como en los cuentos, como toda mi colección, como en todas mis cartas y mi diario, ahà estaba Londres, ¡Londres al fin!
De esta historia son casi 5 años, hoy quise revivirla en recuerdos e inmortalizarla en letras, para mà y para los que no crean en historias que te cambian la vida, asà es como comienza la mÃa.
Angola G.