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Vikina

Es instinto natural amarles sin mucha explicación, estamos hechos de sus genes y somos su experiencia de vida. Tengo la enorme fortuna de haber nacido de alguien con quien comparto más que el ADN o el apellido. Hablamos, pensamos, sentimos y vibramos con total sincronicidad que me resulta inexplicable. Somos almas gemelas. El arte, las letras, la emotividad y la música siempre han sido nuestro lenguaje de amor.

"Vikina" es como le gusta llamarme, por la conocida estrofa que dice: -"Altanera, preciosa y orgullosa, no permite que la quieran consolar"-..


Te comparto un pedacito de intimidad de uno de los referentes de amor más grandes en mi vida. El hombre que me trajo al mundo.


Hijita de mi vida. Mi guerrera, mi Vikina, mi gran maestra. Se me cruzan los sentimientos. Tu narrativa pulcra me lleva de la alegría, al llanto; de la risa a la tristeza. De la preocupación, al más diáfano orgullo. Y en todo ello me veo yo, unas veces como co-protagonista, y otras como actor de reparto. Pero incluido generosamente. En todas y cada una de las etapas que describes (y muchas más), he estado ahí, como hasta ahora. No me he apartado -y nunca lo haré- del más hermoso regalo que la vida me ha dado, tu existencia.

Y aunque, sabedor de que cuando naciste, llegaste con instructivo ausente, lo que desde entonces ha motivado mi acompañamiento, ha sido ese infinito amor que como padre siento por ti, desde los primeros minutos que llegaste a este mundo. Porque, como lo describe muy bien una foto en la que te tengo abrazada cuando tenías pocos días de nacida, llegaste a mi vida para colmarla de felicidad, de plenitud. Por eso, como bien lo relatas, aún con todas sus vicisitudes, decidiste irte a Europa, con el corazón partido en mil pedazos, fui el primero que te dijo: “adelante, haz realidad tus sueños”. Y si me apagué, es porque en mi corazón había un profundo dolor por tan sólo imaginar todo lo que tendrías que enfrentar sola sin poder estar ahí para ayudarte. Y mira, ¡que equivocado estaba! Y qué mal hacemos los padres cuando subestimamos a nuestros hijos. Por otra parte, me agobia pensar e imaginar todo lo que viviste en esos años difíciles de tu juventud, mismos de los que saliste adelante con determinación, coraje y tal vez un padre ausente, rígido y poco comprensivo. Las cosas hubieran sido diferentes si se hubiese priorizado la empatía en vez de tanta racionalidad.

Hoy todo eso ya es historia y debe quedar atrás. Me da mucho gusto ver a mi hermosa guerrera con claridad de pensamiento, serenidad en su mente y conciencia de vida. Estoy muy orgulloso de ti. De lo que has crecido, vivido y experimentado, porque aunque no ha sido fácil, hoy tienes disposición para ser agradecida y para tener pensamientos positivos permanentes. Porque te has preparado. Y porque al ser responsable de las decisiones que tu misma elegiste, te has dado la oportunidad de crecer y de trazar tu destino. En esta nueva etapa, celebro tu lucidez, tu altura de miras y tu férrea decisión para sentirte orgullosa de la sangre que llevas Y del plan de vida que te has determinado. Aquí estoy hijita de mi vida y aquí estaré siempre porque para ti solamente tengo un corazón enorme y unos brazos listos para apretarte con el inmenso amor que sólo un padre orgulloso puede tener para su máxima bendición.

Te quiero con toda mi alma hijita de mi vida. Me encanta leerte, me encantan tus relatos, disfruto tus perspectivas de vida, valoro los momentos en que hacemos contacto para platicar y regalarnos minutos de vida invaluables. Dios y el universo te bendicen mi Vikina hermosa. Te amo. Nunca dejes de escribir. Lo disfruto tanto. Atentamente, tu papi, tu clon, él que siempre te espera con los brazos abiertos.


Raúl González.




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