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El vacío después de cada encuentro

Actualizado: 28 nov 2021


19:45 hora de salir del trabajo, hora de vivir ¡la vida de verdad!. Todo empezó como un pasatiempo en mis ratos de aburrimiento y ahora es lo único que hago para no morir de depresión. ¡Este es el bueno, seguro que este si es! Una ducha rápida y la ropa más ajustada posible, recuerda verte deseable. Camino al encuentro solo pienso ¿Cómo será? ¿Será guapo? Ojalá sea alto, ojalá sea rubio, espero que sea menos patán que los últimos 5 encuentros del mes, ojalá no sea tan aburrido en persona.


Ojos azules, mirada penetrante, es lo suficientemente alto como para no salir corriendo pero demasiado bajo para ser de países Nórdicos. ¡Que empiece el juego! Conversación rompehielos de rutina, ya me sé los diálogos de memoria que podría audicionar para el casting de mi propia película "El vacío después de cada encuentro" se llamaría.


La conversación más monótona de mi vida y la tercer copa de ginebra comienza a hacer efecto, empiezo a ver atractiva su insípida personalidad y encuentro fascinante la forma de sus labios al hablar. Ya siento la tensión sexual, la imagen de inocencia que evoca mi cara y mi cuerpo pequeño son un imán para los más pervertidos. Sé perfectamente lo que piensa y yo tengo tanto que decir, -Bésame y dime lo bien que me veo, como si quieras aligerar mis inseguridades, ámame y dime que nunca me dejarás, como si supieras que le tengo miedo a la soledad- pero solo sonrío y le escucho hablar, nunca he sido de las que se hace notar, tampoco tengo mucho tema de conversación, yo solo sé que sola no quiero estar.


Como de costumbre es él quién hace el primer movimiento, roce de manos, miradas discretas, no llevamos ni dos horas en la cita y eventualmente llega la frase: -¿Vamos a mi casa?-


¿Cómo decir no a la invitación más obvia de todas?, si es la única razón por la que estoy aquí, solo necesito una caricia mientras me susurran al oído: <eres suficiente>. Todos los días imagino despertar en los brazos de alguien, abrir los ojos y sentir un beso en la frente mientras le veo hacer el primer café de la mañana, como si supiera que la necesidad de afecto es mi desayuno de todos los días, como me gustaría volver a vivir la protección que los abrazos me hacían sentir cuando niña.


Esa niña que añora cariño ahora vive en un mundo de adultos donde el sexo es la nueva manera de "sentir" pero para mi es más el dolor y la incomodidad que la satisfacción. Ha sido solo una vez que sentí placer de esos que te hacen sonreír después de sentir que tocas el cielo. Es la sensación de intimidad justo después de que él termina, la que me lleva hacer esto sin parar, es ese momento lleno de vulnerabilidad donde no hay nada más que ternura, cuando me abraza y siento su calor y sus manos evocando amor en cada caricia, no recuerdo su nombre y tampoco estoy segura de su nacionalidad, ¡Qué mas da! Yo solo quiero que me protejan, que me vean, que me hagan sentir especial.


Al despertar no hubo café, tampoco el beso de buenos días que tanto añoraba, <Vístete, me tengo que ir a trabajar>, una vez más la típica despedida casual, yo le dejé mis vacíos y el su miedo al compromiso, son las reglas de juego, follar para sentir y sentir para olvidar.


Recojo mi ropa justo a lado de la indignación, una vez más sin encontrar lo que busco, regreso a casa, sintiéndome un poco más sola, vacía y usada...







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