Desde hace seis meses me despierto sin prisa, sin tiempo, sin plan y sin miedo. Contar la efectividad de los minutos del día y tener la incesante necesidad de control ya no son parte de mi. Cada día descubro una habilidad nueva, dejo fluir lo que sin esfuerzo, llega a mi y el resultado ha sido alucinante. A veces siento como si al fin hubiera encontrado “el gran secreto de la vida” jaja para hacer, manifestar y disfrutar todo lo que sucede en ella. Nunca antes sentí tanta ligereza al despertar sin prisa y tanta paz al vivir sin preocupaciones. Creo que todos tenemos ese poder para manifestar la vida que deseamos, pero solo algunos nos sentimos agradecidos por ello.
Si me lo preguntas, no considero que haya una única fórmula para lograr conectarte con tu propósito y que vivir sea un estado de plenitud y transformación constante. Cada persona hace lo que quiere de ella, y utiliza los factores externos de acuerdo a sus recursos emocionales, donde unos ven conflicto y caos, otros ven oportunidad y agradecimiento.
Manifestar la vida que quiero, no es más que la manera en que elijo vivirla, pero en el fondo había muchas cosas que solucionar. Los ahorros tambaleaban en mi cuenta bancaria, mi trabajo tendría un pausa y los gastos mensuales seguirían intactos, sentía que, entre dejar fluir y tener un propósito, a mi plan de vida le faltaba estructura, mi proyecto personal estaba siendo olvidado y más de una vez me plantee dejarlo como un grato recuerdo.
¿Cómo podría manifestar, rodeada de toda esta incertidumbre?
¡Yo tampoco lo sé! Recuerdo mi vida de antes y es casi como si no me reconociera, como si esa vida hubiese sido ajena, como si no me perteneciera. La vida que hoy hago a mi manera es la que reconozco como mi única realidad. La Angola que conocía, estaría tan nerviosa que no habría dormido en las últimas semanas, tendría dolores de cabeza diario, habría utilizado la comida como recurso para calmar la ansiedad con atracones justo antes de dormir, y ni decir de la intolerancia y estado de un humor insoportables. Por su puesto habría atraído más inestabilidad y caos, por que en esa línea de pensamiento estaría enfocada. Así era como hasta hace unos meses, Angola funcionaba en medio de la incertidumbre, en este estado mental esperaba encontrar y dejar llegar respuestas.
En este último mes, más que preocuparme, me ocupé, de mi mente, de mis emociones y de la forma en que quería sentirme frente a lo incierto. Aún con los ahorros en rojo, salí con amigos que me llenaron el alma en cada conversación y me hicieron olvidar la prisa y ajetreo de la vida en cada risa. Me permití nuevos sabores y experiencias con vegetales frescos y frutas tibias, comida mucho más simple, deseaba nutrir a mi cuerpo de la sensación que deseaba sentir dentro: hambre de ligereza para pensar con tranquilidad.
Lino y algodón en tonos claros, me permitieron fluir con la pesadez del ambiente en verano y los pensamientos negativos que me agobiaban de vez en cuando. ¿Y si, no lo logro? ¿Y si, mejor me rindo?
Lápiz y papel todos los los días, por qué sabia que habría mucha catarsis y tenia que plasmar el desahogo en letras, para después sentarme a leer de nuevo y reordenar los pensamientos y las prioridades. Escribir en tiempos de caos, me permite descargar la mente para dar luz a los momentos de claridad.
No me guardé nada para luego, viví, gaste, salí y comí y solo pensaba lo increíble que es: solo disfrutar la vida en el momento presente, de que sirve, reservarte para: “cuando haya tiempos mejores” o “cuando tengas más dinero” La vida es lo que pasa mientras te preocupas en planearla, solo ocúpate de vivirla a tu manera.
Últimos intentos antes de entrar en real desesperación, si bien el dinero no mueve mi vida desde hace ya unos años, la abundancia y gratitud con la que vivo sí, pero el alquiler, la comida y la ginebra no las pagará ni mi gratitud, ni mis pensamientos, así que subir los números en la cuenta eran prioridad y encontrar la solución, era ya necesario.
Al final la abundancia me encontró a mi, las oportunidades que, como de costumbre llegan a mi nuevamente se hicieron notar. Esta vez mi carta de presentación fue mi energía, y mi habilidad: fue la creatividad y la empatía. Una vez más, manifiesto la vida que merezco, y en todo el proceso no hubo un solo día que no dejase de agradecer.
Abrazo con gratitud y profundo amor, los éxitos de verdad, las conexiones profesionales y personales que acompañan mi camino, y celebro lo afortunada que soy de materializar lo que quiero con solo poner mi intención y energía en ello. No queda duda, el trabajo interno que hago todos los días, tiene su recompensa.
Si antes hubiese sabido la importancia de los pensamientos acompañados de intención, habría trabajado en comprender el poder de estas palabras:
Merezco todo lo bueno, Soy capaz de manifestar la vida de mis sueños, Suelto y confío, para dejar llegar lo que ya es mio. Hecho está.
Gracias por leerme y conectar conmigo a través de las palabras.
Angola
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