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Foto del escritorAngola

Niña querida.

Hoy abrazo a tu niña interior, esa que aún vive dentro de ti y pocas veces la dejas salir, esa niña herida que no tenía idea de lo que ocurría. De esa herida profunda no hace falta buscar culpables, no tiene sentido encontrarle cara al dolor, eso solo perpetúa el rencor y engrandece la carga, en mi caso, comprender de donde venía la herida, muchos años después me ayudo a entender el entorno en el que crecí.


Esa niña herida después fue una adolescente rebelde, sin normas, sin rumbo, con rencores inconscientes dejándole huella a su paso, la niña gritaba por dentro la necesidad de ser atendida, de ser vista, de ser reconocida y la adolescente la callaba con satisfacciones inmediatas como parches que aliviaban el dolor por unos instantes.



Más tarde la mujer adulta reconoció que no podía seguir guardando dentro toda aquella carga que le brotaba por los poros, los psicólogos lo llamaban ansiedad y los libros decían que eran "ataques de pánico".

Era una carga pesada que acompañaba dolor y palpitaciones en el pecho, como si el corazón se hinchara por no poder soportarlo más, las manos temblaban y sudaban mientras el miedo inconsciente se asomaba en mi imaginación, las ganas de estar sola eran las mismas que las de ser contenida y escuchada, la necesidad de silencio era la misma que la de tener la música en los oídos lo más alta posible hasta ahogarme en mis propios pensamientos. La agresividad interna, a veces era incontrolable hasta conmigo, era el mismo dolor interno en el que yo misma me ocasionaba por fuera.

Lluvia en mis mejillas y una niña queriendo salir, Angola mujer lo permitió, y más dolor con ello llegó, temí hasta de mi propio reflejo y odié hasta mi propia voz, sentí que no podía más confiar en mi propia mente y solo decía: -¡estoy loca, estoy loca, juro que me estoy volviendo loca!-.


No tengo los años contados para decirte cómo ni cuando sucedió, solo te puedo decir que haber liberado a esa niña, me costo la vida, los miedos y las sombras. Todos los monstruos salieron, toda la mierda también, gracias al cielo, no había nadie más a quien dañar con todo mi caos, pero tampoco quien me siguiera dañando.


Un día el pecho dejó de doler, las historias del pasado también, el miedo ya no fue mi enemigo y el exceso de angustia, se convirtió en momentos llenos de presente. Hoy ya no los llamo "ataques de pánico", ahora ya soy consciente mi herida, de mi sombra y de mi historia de vida, ya no camino con la bandera de víctima si no de la única responsable de salvarme a mi misma, ahora solo escucho a una niña asomándose a mi presente y a una mujer amando, abrazando y reiterándole, lo que esa alma necesitaba escuchar: "estamos bien, estamos a salvo, ya no hay nada de que protegernos".


Conozco a tantas niñas encerradas en cuerpos adultos, niñas que nunca supieron que tenían alas por que la sobreprotección les hizo el favor de cortárselas y crecieron sabiéndose esclavas, niñas a las que les nublaron la imaginación y la virtud de escucharse a si mismas, lo único que les dijeron era que tenían roles que cumplir y el "deber ser" fue la única voz que conocieron. Las historias de mujeres heridas, guardan momentos de profundo dolor en la infancia o al menos eso fue lo que me paso a mi.


No hay yoga, meditaciones o antidepresivos que puedan ayudar a liberar lo que tu si puedes, abre tu alma o caja de pandora (como le digo yo), deja salir a raudales todo eso que te empeñas en contener. Sentirás aún mas dolor, te confrontarás a ti misma y a todo lo que te formó, dudarás de todo y deconstruirás creencias que creías propias, necesitarás mucha, mucha fuerza, pero no te preocupes, ¡ya naciste con ella! y en ese momento te darás cuenta por qué. La vida comenzará a pesarte un poco menos, llorarás cada que te veas al espejo como si reconocieras al fin a la niña perdida que abandonaste años atrás.


Hoy sigo igual de curiosa como a los 8, aún divertida y escribiendo emociones como a los 16, agradecida y orgullosa de la vida que he construido como a los 28.




"Te pido querida mía, que me permitas la vida, el amor y el placer, prometo amarte, cuidarte y confiar, en que todo lo que queremos podremos hacerlo posible, te pido que perdamos el miedo para permitirnos sentir y experimentarlo todo, también te pido que sanemos el dolor y recordemos nuestra vida con la alegría y el agradecimiento de lo vivido, Prometo ser tu mejor compañía, tu sostén el amor de tu vida y de la mía, perdóname por desconfiarte, por limitarte, por maltratarte y por no reconocer lo maravillosas que somos tu y yo querida mía."


Y tú, ¿Qué le dirías a la niña herida que vive en ti?


Gracias por la energía que compartimos, yo al escribir y tu al leerme.


Angola G.





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